Kintsugi, 3ra Parte.

Por Gaby Oshiro y Germano Dalla Pola

“Cada Acción es un Comienzo”



Con esta instalación ponemos como hipótesis que día tras día los retratos de los desaparecidos Nikkei toman el lugar de un rey Inca, sorprendiendo a los visitantes de aquel torpor que se crea después de visitar algún museo por muchas horas.

Con esta actividad lúdica invitamos a los presentes a pensar que detrás de cada imagen hay historias para contar, algunas buenas, otras trágicas como las del pueblo Inca.

Reemplazamos cada imagen con la de los 17 secuestrados-detenidos-desaparecidos Nikkei durante la dictadura cívico-militar de los años setenta en Argentina. Estas personas tomaron una posición contra la dictadura y fueron hechas desaparecer. 
Familiares, parientes y amigos en este mismo momento buscan respuestas, justicia y mantienen la memoria de aquellos que hoy no están. Los “desaparecidos” como vienen llamados, reaparecen en forma de arte después de cuarenta años.

Cuando nacemos traemos con nosotros potencial, una singularidad absoluta que abre un efecto imprevisto. Usar esa singularidad es como le mostramos al mundo quienes somos. En cada acción hay un riesgo porque las consecuencias de cada acción son ilimitadas, están fuera de nuestro control. Los Nikkei de los retratos tomaron un riesgo, visto que la singularidad entra en un mundo hecho de pluralidad, hecho de posibilidades y reacciones de otras personas, ellos no sabían cual iba a ser el resultado.
Tomar un riesgo y una acción no es suficiente, la acción tiene que ser contada por alguien para que sea significativa, tiene que haber un testigo de la hazaña para que se transmita a generaciones futuras.

Somos nosotros los testigos de los desaparecidos, los que testimoniamos su existencia. Gracias al potencial y sus acciones de los 17 Nikkei unidas a nuestra singularidad, aquí están ahora presentes con sus retratos, sus acciones, con sus nombres y apellidos adelante de mas testigos-visitantes que no hubiesen sabido sobre ellos pero que en ésta pluralidad de hechos hoy pueden ser parte activa de la instalación.


Siento siempre el apoyo de los demás familiares de desaparecidos. Para ellos saber que no están solos, que otras personas en el mundo pueden ver por lo que tuvieron que pasar. Que reconocen que después de cuarenta años sigan buscándolos no solo a los 17 sino a los treinta mil, es algo que los anima a seguir adelante y que al mismo tiempo los conforta. 
La posibilidad de convertir su compromiso de vida en una instalación de arte hace que mi obra valga la pena. No es solo arte por arte, sino arte con un propósito que me toca de cerca porque mi papá Oscar Oshiro es uno de los 17 Nikkei.




Comments

Popular posts from this blog